Producción

“Mi prioridad hoy es la protección del bosque nativo de Villa la Angostura”

Claudia Caligaris es la creadora de Cali, un atelier textil agroecológico que combina tintas naturales, diseño sostenible y acciones de reforestación. Desde su reciente proyecto de ecohuertas y los senderos del bosque, impulsa prácticas responsables y busca despertar conciencia ambiental comunitaria.

Claudia Caligaris llegó a Villa La Angostura en 2003, pero fue después de la erupción del volcán Puyehue cuando su vida y su oficio cambiaron para siempre. En medio de un proceso complejo de reconstrucción social y ambiental en la localidad, comenzó a gestar un proyecto que con los años se convertiría en una síntesis perfecta entre arte, territorio y defensa del bosque. Así nació Cali, un atelier de moda sostenible que hoy es también un espacio de acción comunitaria y reforestación.

“Cali es un atelier de moda sostenible, pero no solo trabajamos a favor de una moda más responsable; la sostenibilidad también es trabajar con lo que tenemos alrededor”, explica. Esa búsqueda la llevó primero a revisar fibras y materias primas, y luego a sumergirse en el universo de las tintas naturales. “El emprendimiento se fue transformando hasta que el bosque terminó siendo prácticamente el protagonista”, recuerda.

En la actualidad se producen tintas naturales locales mediante recolección consciente y se utilizan técnicas textiles ancestrales para crear piezas únicas que reflejan el bosque.

Su formación en Artes Plásticas, que inició en Brasil, donde aprendió pintura sobre seda natural, fue la base técnica que luego reconvirtió al mundo textil sostenible. El punto de inflexión llegó cuando integró la Asociación de Moda Sustentable Argentina y comenzó a preguntares qué fibras utilizaba, qué procesos, qué residuos generaba. Esa revisión ética derivó en un cambio profundo: “Ahora trabajo básicamente con tintas naturales del bosque y del compost”.

Hoy sus diseños se construyen con pañil, maqui, michay y especies arbóreas como ciprés y coihue. Tintas vegetales, estampas inspiradas en hojas nativas y la técnica del block print —realizada con maderas recuperadas— forman parte del sello de Cali. “La idea es que la gente reconozca los árboles por la forma de la hoja. Es una concientización a través del diseño”, sostiene.

A la par de la producción textil, Caligaris se integró a grupos de acción ambiental y comenzó a trabajar en campañas de reforestación, talleres comunitarios y experiencias educativas. Con el tiempo, sumó otra pata fundamental para su proyecto: las ecohuertas donde hoy proyecta cultivar plantas nativas que luego utilizará como materia prima para tintes naturales. Allí avanza con un nuevo objetivo: convertir su parcela en un espacio de recuperación de renovales, rescatando pequeños árboles que serían removidos debido a las construcciones, para luego replantarlos.

Sus productos: pañuelos de seda natural certificada, pashminas de algodón sin blanquear, kimonos y piezas por pedido, se realizan de manera artesanal. Cuando la producción crece, trabaja junto a la cooperativa local Costureras del Sur, fortaleciendo el circuito económico regional.

Además, Caligaris ofrece experiencias para que la comunidad y los turistas reconozcan y valoren el entorno, aprendiendo sobre sus formas y colores mientras estampan un kit textil.

Combina senderismo, reconocimiento de especies nativas y reflexión ambiental. Allí propone una idea simple pero potente: “Los cercos de nuestras casas deberían tener un 70 por ciento de especies autóctonas. Es la forma de seguir viviendo dentro del bosque sin invadirlo”.

En su mirada, cada acción importa. No existen gestos pequeños si están orientados a transformar la relación con el entorno. “No hay que pensar que lo que uno hace no sirve. Cuando sirve para uno, sirve para todos”, afirma. Por eso promueve el compost, la elección de prendas responsables y la reducción de plásticos en la moda: “La ropa es una forma de comunicar quiénes somos; elegir conscientemente también es un acto ambiental”.

Convencida de que la naturaleza funciona como una gran comunidad colaborativa, Caligaris encuentra allí un espejo y una guía. “Lo que más me gusta del bosque es su equilibrio y su comunidad silenciosa; las plantas se apoyan y trabajan en equipo”, comparte. En esa visión se inscribe su emprendimiento, que trasciende lo textil para convertirse en un movimiento de cuidado y regeneración.

“Mi prioridad hoy es la protección del bosque nativo”, afirma Claudia y agrega que todas sus acciones, desde el taller hasta las ecohuertas, están orientadas a que ese compromiso se siga expandiendo.

El emprendimiento de Claudia fue seleccionado a través del programa Impacta Neuquén, una iniciativa que impulsa proyectos con triple impacto —económico, social y ambiental— en distintas localidades de la provincia. Por lo que recibirá financiamiento para la compra de contenedores para talleres de producción de sellos y tintas, así como a un vivero para replicar plantas tintoreras.

El programa forma parte de Emplea Neuquén y es una articulación entre el ministerio de Trabajo, Pluspetrol Argentina y Empretec. Más de 360 personas participaron del proceso, que incluyó instancias formativas en modelos de negocios sostenibles. De los 97 proyectos presentados, 25 accedieron a capacitación intensiva y certificación internacional avalada por Naciones Unidas; finalmente, 15 quedaron seleccionados para recibir financiamiento.

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