“Queremos profesionalizar la bioconstrucción”
El arquitecto Matías Rossio encabeza Kallpa, una idea proyecto seleccionada por Impacta Neuquén que propone viviendas eficientes realizadas con materiales naturales y técnicas ancestrales profesionalizadas. Busca industrializar la bioconstrucción, reducir la contaminación y diseñar sistemas constructivos adaptados al territorio.
El programa Impacta Neuquén, impulsado por el Gobierno provincial junto a Pluspetrol, seleccionó este año 15 emprendimientos de triple impacto —económico, social y ambiental— que recibirán un financiamiento total de 210 millones de pesos. Entre ellos se encuentra Kallpa, un proyecto liderado por el arquitecto Matías Rossio que aspira a transformar la manera en que la región construye viviendas, poniendo en el centro la eficiencia energética, el aprovechamiento de los recursos naturales y la reducción de residuos.
Rossio explica que la idea nació de su propio recorrido profesional. “Hace varios años vengo investigando lo que es la bioconstrucción. Soy arquitecto y, del recorrido en obra, fui viendo que la construcción es una actividad industrial bastante contaminante. Además, nuestras viviendas no son del todo eficientes y la mayoría no cumple con los estándares, lo que hace que gastemos mucha más energía a lo largo de su vida útil”. Esa evidencia fue la señal de alarma: “La construcción como la conocemos va a cambiar porque genera demasiados problemas y no termina de cumplir su función. Y una vez que cumple su vida útil, con lo caro que es construir, después genera una barbaridad de residuos”.

Frente a ese panorama, Rossio se volcó al estudio de alternativas que permitan construir de manera más integral, ecológica y eficiente. “Siempre me llamó la atención la vinculación entre naturaleza y tecnología como un futuro posible y no como dos rivales.” Desde ese enfoque llegó a la bioconstrucción y la permacultura, corrientes que combinan saberes ancestrales con diseño contemporáneo. “Buscan construir con elementos naturales viviendas que se adecuen totalmente al comportamiento del clima para ser lo más eficientes posible.”
En esa línea, Kallpa trabaja con la quincha, un sistema constructivo tradicional utilizado por pueblos originarios. “La quincha es un entramado de madera que se revoca con barro. En nuestro caso, es un bastidor relleno de paja, que le da aislación térmica por su porosidad, y luego se reviste con barro.” Además de ser natural y accesible, la quincha permite un diseño bioclimático adaptado a cada región. “Un pilar fundamental de la bioconstrucción es construir con los materiales del lugar. Una casa en Neuquén va a ser diferente a una en Misiones o en Tierra del Fuego.”
Pero Kallpa no pretende quedarse en lo artesanal: busca profesionalizar la bioconstrucción y volverla accesible en el mercado. “Son técnicas muy artesanales, es complicado conseguir profesionales, albañiles o incluso materiales. Todo requiere mucha gestión. Entonces, Kallpa propone acortar ese camino y empezar a desarrollar sistemas constructivos naturales prefabricados”, señala Rossio. El objetivo es generar soluciones replicables, eficientes y competitivas con la construcción tradicional.
Aunque el proyecto aún no tiene obras concretadas en Neuquén, el interés crece. “Con la participación en el programa se dinamizó un montón. Cada persona a la que se lo contaba tenía un conocido que quería construir, pero no conocía a ningún arquitecto que lo haga”. Kallpa ya proyecta aulas de bioconstrucción para una escuela en Cipolletti y una cabaña en Plottier, dos primeros pasos para expandir la presencia local de estas técnicas.
En cuanto al costo, Rossio afirma que la bioconstrucción es más accesible de lo que comúnmente se piensa. “A grandes rasgos ronda el 90 por ciento del costo de una obra tradicional. Si una vivienda convencional está alrededor de los 1000 dólares el metro cuadrado, la bioconstrucción está en unos 800 dólares. Es más económico y mucho más eficiente”. Señala además que el gasto energético posterior se reduce drásticamente, lo que vuelve al sistema aún más conveniente.
Kallpa está integrado por un equipo de cuatro jóvenes profesionales: Rossio como arquitecto; dos ingenieros, de 32 y 28 años; y una politóloga especializada en gestión de proyectos de 29. Más allá de construir, tienen un propósito mayor: investigar, innovar y pensar el futuro del hábitat. “El centro del proyecto es investigar y desarrollar nuevos sistemas constructivos. Pensamos escenarios de futuro: cómo se va a construir de acá a 50 años, o en 200, y tratar de ser pioneros en los principios que puedan arribar a ese futuro deseable”.
Con una visión que combina territorio, técnica y sostenibilidad, Kallpa se posiciona como uno de los proyectos emergentes que buscan redefinir el vínculo entre construcción, ambiente y comunidad en Neuquén.




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