El Castro Rendón se prepara para dar un salto de calidad en la lucha contra el cáncer.

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Desde el hospital explicaron que la compra de un acelerador lineal de partículas marcará un antes y un después en los tratamientos de pacientes oncológicos. Una inversión de 50 millones que permitirá evitar derivaciones de pacientes.

El director del hospital Castro Rendón, Adrián Lammel, marcó como un punto de inflexión en la historia de la salud pública de la provincia, la compra de un acelerador de partículas para el tratamiento contra diversos tipos de cáncer. El próximo 31 de mayo se abrirán los sobres de la licitación para la adquisición del equipamiento importado, que demandará una inversión de 50 millones de pesos y permitirá evitar derivaciones de pacientes.

Se trata de un equipo que reemplazará a la bomba de cobalto vigente hasta ahora en el hospital de mayor complejidad de la Provincia. Mejorará además el tratamiento de pacientes oncológicos, ya que también funcionará como complemento de otros tratamientos contra el cáncer como las intervenciones quirúrgicas y las quimioterapias.

“Para el hospital Neuquén y la provincia es un hecho histórico. Lo esperamos hace mucho tiempo y es un anhelo muy importante que vamos a concretar. Esto viene a completar una historia de la Provincia en el tratamiento contra el cáncer”, explicó Lammel.

El profesional recordó que el cáncer es la primera causa de morbimortalidad en Neuquén, “con lo cual la incorporación del acelerador de partículas nos permite ofrecer el tratamiento adecuado que nosotros buscamos”.

Además de la mejora en el tratamiento médico, la incorporación del acelerador permitirá duplicar la cantidad de pacientes atendidos respecto de la bomba de cobalto, que en la actualidad brinda tratamiento a unas 40 pacientes mensuales.

Lammel explicó que un acelerador lineal emite rayos X de alta energía para el tratamiento localizado de tumores. “Su importancia radica en que estas radiaciones toman la forma del tumor y lo atacan directamente, sin afectar otros tejidos sanos ni otros órganos”, detalló.

Este tipo de equipos son operados por dos personas: un radio-oncólogo y un físico. El primero es el encargado del volumen y cantidad de rayos que emite el equipo, mientras que el restante mide que los rayos enviados sean los adecuados tanto en cantidad como en tiempo. “Ambos integrantes del equipo son muy importantes, por supuesto que también hay técnicos, administrativos y oncólogos que piden el tratamiento”, explicó Lammel.

Una vez adquirido el equipo, su puesta en funcionamiento demandará unos seis meses, ya que primero debe adecuarse el búnker existente al nuevo equipamiento y a las exigencias técnicas y autorizaciones de la autoridad regulatoria nuclear del país.

El búnker es un espacio geográfico en el que el acelerador es instalado, cuya función es garantizar la seguridad tanto de los pacientes como de quienes trabajan en el lugar y de la gente externa.

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