Fortalecer nuestras democracias constitucionales

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Por Pablo Gutiérrez Colantuono , doctor en derecho.

168 años de su sanción cumple nuestra constitución nacional el 1ro de mayo. Representa  la  síntesis en un momento dado de valores, principios y reglas fundamentales tanto en la vida ciudadana como institucional. Es ella un acuerdo político concretado por la decisión de la ciudadanía mediante sus constituyentes – 1994 – .

Los derechos fundamentales y las garantías que los protegen explican la propia organización del Estado tanto en la división orgánica  ( distintos poderes con atribuciones específicas) como en la distribución territorial (  provincias, municipios ). 

Su texto, que no es estático  sino dinámico, expresa aquello que es  posible y aquello que no lo es en un sistema democrático. Fija las reglas de este, de cómo se han de expresar las distintas tensiones existentes en nuestras sociedades. Existen mecanismos democráticos constitucionalmente establecidos para la expresión de las tensiones existentes en nuestra vida ciudadana y que fortalecen a la propia democracia. 

Ello nos permite a su vez advertir rápidamente que determinadas “maneras” no son posibles; en estos supuestos lo preocupante es que se utilizan “formalmente maneras democráticas” para imponer miradas únicas y debilitar a la propia democracia. 

Debemos ser cuidadosos en este sentido, de allí la importancia de contar con mecanismos institucionales que rápidamente nos adviertan de ello. Y aquí no hay “lados”, es la defensa de la propia constitución democrática aquella que se pretende tensar y por ende solo podemos estar  del “lado” de la constitución. Los gobiernos y ciudadanía toda nos debemos un tiempo de reflexión, de observación y análisis de los principales gestos y sucesos en nuestra vida cotidiana para saber si estos fortalecen a nuestra democracia o la debilita. 

La pedagogía constitucional quizás sea una herramienta que debamos empezar a concretar de la mas variadas maneras. La constitución no es aquello que interpretamos según nuestras comodidades o empatías ideológicas; por el contrario es aquello que nos incomoda, porque nos coloca límites dentro de un mundo de libertades solidarias.

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