El Proda cerró el concurso anual Ciudad Zapallo

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Se sumaron más de 350 familias y se cosecharon 15 mil kilos de zapallos.

Con más de 350 familias participando y alrededor de 15 mil kilos de diversas variedades de zapallos cosechados por las y los agricultores urbanos de Neuquén capital y localidades cercanas, cierra la cuarta edición del certamen de Agricultura Urbana “Ciudad Zapallo”, organizado por el Programa de Desarrollo Agroalimentario (Proda), del ministerio de Producción e Industria de la provincia.

Desde 2017 el Proda convoca a la comunidad a sumarse al concurso con el objetivo de promover que más personas puedan cultivar en sus casas diversas variedades de zapallos y producir alimentos ricos y nutritivos bajo estándares de producción agroecológica, promoviendo así prácticas de autoproducción de alimentos saludables y estimulando el desarrollo agroalimentario local.

Es un concurso abierto a toda la comunidad, al que pueden sumarse instituciones, organizaciones sociales y barriales. En esta cuarta edición participaron 350 familias de casi todos los barrios de la ciudad de Neuquén y de las localidades de Centenario, Plottier, Senillosa y San Patricio del Chañar, además de las Huertas Protegidas que el PRODA acompaña en la Ciudad de Neuquén, Centenario y Senillosa.

Cada año el programa entrega las semillas de las variedades de zapallo que concursan y de algunas otras más, se brindan capacitaciones y se realiza un seguimiento técnico de los procesos productivos.

Esta edición de Ciudad Zapallo, se realizó en el contexto de las medidas del aislamiento social preventivo y obligatorio adoptadas para enfrentar la crisis sanitaria. En este sentido y afianzando el Plan “Proda en Casa” que se lleva adelante desde el comienzo de las medidas de aislamiento, se reforzó el seguimiento a distancia, ofreciendo asistencia, recomendaciones y organización de las tareas a través de grupos de WhatsApp, lo que permitió el encuentro y el intercambio de experiencias entre participantes.

Los ingenieros agrónomos del programa que sostienen esta experiencia resaltan el ambiente de compañerismo y cooperación que se da en los grupos de WhatsApp que se armaron para acompañar la experiencia de las familias huerteras. “En estos momentos de aislamiento e incertidumbre, volver a la tierra realmente fue una salida al contexto tan duro de la pandemia. Hacia dentro de los grupos, sus integrantes se daban consejos, sugerencias, compartían su experiencia, datos sobre cómo habían resuelto cuestiones de los cultivos, recetas, hasta llegaron a intercambiar semillas, plantines, información sobre lombricompuestos e insumos producidos localmente”, explicaron.

Quienes se sumaron a la experiencia pudieron cultivar distintas variedades de zapallos como muscat y gris plomo, variedades que participaban del concurso por el zapallo más pesado, y otras variedades para diversificar la experiencia como zapallo mate, algunos ornamentales, anco rallado y calabaza gigante.

“El cultivo de zapallo, si bien tiene sus particularidades, es muy sencillo, y permite iniciar a la gente en la agricultura urbana, en prácticas de producción de alimentos saludables, y en la experiencia de llevar a la mesa lo que ha cultivado durante esos meses”, destacó uno de los ingenieros agrónomos que acompaña desde octubre a los grupos que participan del concurso. Y es que la mayoría además de cultivar zapallos, aprovecharon la experiencia e incursionaron en el cultivo de otras variedades de frutas y hortalizas, armando pequeñas huertas urbanas en sus casas, implementando técnicas agroecológicas para el cultivo.

En los grupos las y los participantes han valorado muy positivamente el hecho de compartir la experiencia en familia, sumando a niños y niñas en las tareas de cuidado de las plantas, han expresado también el placer de aprender de sus mayores, compartir la satisfacción de volver a tener una pequeña huerta urbana en casa y poder llevar alimentos ricos y saludables a sus mesas.

El concurso como propuesta de agricultura urbana, ha permitido a muchas familias neuquinas intercambiar experiencias y saberes con familias de otros barrios y localidades, compartir sus procesos, vincularse y poner en común todas estas prácticas que hacen al trabajo y la dedicación a la huerta, al alimento. Es una experiencia que ha permitido promover prácticas muy saludables en casa, y en ese sentido el concurso cumplió una función muy importante para la comunidad neuquina.

El concurso

Si bien el concurso es una excusa, una invitación a promover el cultivo agroecológico en nuestras casas, en la que no hay perdedores, se premia a quienes hayan cultivado los zapallos más pesados de las variedades Muscat y Plomo. En esta ocasión se entregarán kits de herramientas de mano para cultivar la huerta, kits de sistemas de riego y kits de semillas, además de sustratos y bandejas para la producción de plantines.

De esta forma, combinando y alternando los premios, se reconocerá a los diez primeros puestos con los zapallos más pesados. Se trata de un incentivo y reconocimiento, a la vez que se reafirma el objetivo de seguir acompañando el impulso productivo de huerteros y huerteras, invitándoles a continuar trabajando en las diferentes líneas de acción que el Programa lleva adelante.

Este año el zapallo más pesado lo cultivó María Laura Lagleyze, del barrio Río Grande de la ciudad de Neuquén, y fue un zapallo Gris Plomo de 25 kilos. El segundo puesto fue un Muscat de 20,4 kilos que cultivó Silvana Llanquinahuel del barrio Villa Ceferino de Neuquén capital. El tercer lugar en el orden de zapallos más pesados fue para Luis Ángel Mercado, del barrio Huemul de la ciudad de Centenario, quien cosechó un Muscat de 17 kilos.

Debido a las medidas de aislamiento y las restricciones de circulación, hubo participantes que no lograron pesar sus zapallos para participar de la premiación. Sin embargo y en forma general han expresado la satisfacción de haber logrado cosechar su producción con el acompañamiento del programa y del grupo en el que participaron durante la experiencia.

Los ganadores

“Como tengo el patio con mucha sombra, sembré algunos en mi patio, pero salieron y no prosperaron. La otra parte de las semillas las sembré en el patio de mi vecino. Tuvimos 7 zapallos grandes y muchos chiquitos. Fue una linda experiencia de compartir riego y cuidados con mi nieto de tres años y también la cosecha. Aplaudo la idea. Muchas gracias”, señaló Luis Ángel Mercado, de Centenario.

Por su parte, Silvana Llanquinahuel, del barrio Villa Ceferino de Neuquén capital, indicó: “Si bien tengo algo de conocimiento de huerta, ya que viví mucho tiempo en zona de chacra, en el lugar que hoy me encuentro viviendo tengo, en la parte de atrás de casa, todo lo que es barda. Acondicioné ese lugar que era pura tierra roja, traté de mezclar la tierra, traje tierra negra, un poquito de abono y planté un poco de todo. Porque yo soy de trabajar mucho, pero con esto de la pandemia, mis trabajos fueron para atrás, y como estaba en casa, mi hija me anota en este concurso y me trae las semillas. Mi miedo era que no se dieran las cosas por el tema de la tierra, pero yo planté igual, planté muchas variedades”.

“De una sola planta de Muscat me salieron 5 zapallos grandes y un montón más chicos, tuve 3 zapallos de 18 kilos, todavía hoy hay algunos en la planta para cosechar. Después también planté otras plantas: tomate, acelga mucha, se me dio muy lindo. No tenía esperanza yo de que se me diera por el tema de la tierra, pero la verdad que tuve mucha producción este año y estoy contenta por lo que logré, porque después de todo, esté como esté la tierra, si una la trabaja y tiene la paciencia, y cuidándola y tratándola bien, con el riego, es lo que logré, estoy feliz. Yo estoy feliz, porque la verdad que ahora que los coseché, el primero lo repartí a la familia, bueno, el segundo también y así, voy abriendo y voy repartiendo, porque no me podría comer yo sola uno entero, o consumir en casa todo lo que coseché”, agregó.

María Laura Lagleyze, del barrio Río Grande de Neuquén capital, es de Olavarría, provincia de Buenos Aires, y hace 17 años que vive en esta ciudad. Contó que su mamá tiene “muy buena mano” para las plantas y que su hermana también hace huerta en Olavarría. Ella, en el patio de su casa, cosechó un zapallo Gris Plomo de 25 kilos, el más pesado que participó del certamen este año.

Ya hace varios años que con su familia hacen compostaje para aprovechar los restos orgánicos y elaborar el compost con el que nutren su “chacrita”, como ella le dice, ya que tienen de todo: la huerta, una parra, un aguaribay y muchas flores, entre ellas hortensias traídas del jardín de su mamá en Olavarría.

El año pasado se enteró del concurso y se anotó porque le encantó, buscó las semillas y comenzó a armar la huerta y a sembrar. Es la primera vez que hace huerta, además de zapallos, sembró acelga, espinaca, tomates, berenjenas, morrones, y ahora continúa haciendo huerta y ya tiene creciendo variedades de invierno como habas y arvejas. Además, crece cilantro, orégano, tomillo, romero, hay flores y mucha biodiversidad; ella disfruta mucho estar en el patio, al sol, en contacto con la naturaleza y sus plantas.

Se ríe cuando cuenta sobre el día que pesaron los zapallos, ella estaba segura que sus zapallos iban a ser los más grandes y siempre dijo que sus zapallos “ganaban de una, porque eran tan grandes. Yo no lo podía creer, nunca había visto un zapallo tan grande”.

Con su cosecha total de 240 kilos de zapallos, han compartido a amigos, amigas, vecinos y vecinas, a una amiga que tiene un emprendimiento gastronómico, han donado gran parte a un merendero, y ya tienen pensado a qué otro comedor llevar zapallos. María Laura salía todos los días, y a cada rato al patio a ver crecer sus zapallos, maravillada con el tamaño y los colores que iban tomando, para ella poder compartir sus zapallos y que “alguien más los coma es sagrado”.

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